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ENFERMEDAD RENAL DIABÉTICA: cuando la glucosa daña nuestros riñones.

ENFERMEDAD RENAL DIABÉTICA: cuando la glucosa daña nuestros riñones.

ENFERMEDAD RENAL DIABÉTICA: cuando la glucosa daña nuestros riñones y no avisa.

Seguro que habéis oído hablar de la enfermedad renal diabética (ERD) también llamada nefropatía diabética. Seguro que conocéis personas que han precisado un trasplante renal o han pasado antes por una diálisis por este motivo. Sucede mucho más frecuentemente de lo que nos gustaría.

¿Y en qué consiste la enfermedad renal diabética?

En condiciones normales, nuestros riñones depuran tóxicos del organismo a la vez que desempeñan otras funciones. Cuando nuestros riñones enferman, esta función depurativa empieza a decaer hasta llegar a un punto en el que los riñones no pueden depurar nada y este trabajo se debe sustituir con una diálisis u otras técnicas.

Ésta no deja de ser una complicación, que a pesar de lo que creemos, se comienza a gestar antes incluso del diagnóstico de la propia diabetes: cuando nos hablan de azúcar alto o prediabetes, o cuando todavía uno no sabe que tiene cifras de glucosa fuera del rango óptimo. Los riñones filtran la glucosa, pero si llega demasiada glucosa, se van “intoxicando” poco a poco y se van dañando.

Dos riñones tenemos, y cuidarlos debe ser tarea primordial en la vida, porque además hay muchas otras circunstancias que pueden propiciar que perdamos uno de ellos, con lo que esto puede suponer: un traumatismo accidental, una infección, un mal control de factores de riesgo cardiovascular como la hipertensión arterial, etc.

En el caso de las personas con diabetes tipo 2, unos datos para que entendáis que no es broma:

  • Se trata de una patología silente y precoz.
  • Entre el 20-40% de las personas con DM2 desarrollan esta complicación.
  • El 40% de las personas que tienen enfermedad renal en estadio avanzado tienen diabetes.
  • Sólo 1 de cada 16 personas con enfermedad renal diabética llegan a diálisis; el resto fallecen por un evento cardiovascular (infarto de miocardio o ictus) o por fallo del riñón.

Hablar de enfermedad renal diabética es hablar de un muy alto riesgo cardiovascular, y esto no es ninguna broma.

Dicho esto, y obviando muchas otras miserias que puede acarrear esta complicación, el mensaje por mi parte es positivo y debéis saber que la enfermedad renal diabética se puede prevenir: y la prevención está en vuestras manos y también en la nuestra, la de los sanitarios.

¿Qué objetivos debemos tener en cuenta?

  • Control glucémico: cuanto más adecuadas sean las glucemias menos se dañará nuestro riñón. La hemoglobina glicosilada es un potentísimo tóxico para el riñón y cuanto más “glicada” (dulce) esté porque nuestras glucemias sean más altas, más perjudicial será. Nuestro médico nos indicará el objetivo de hemoglobina que deberemos alcanzar según nuestra situación vital.

 

  • Control de cifras de tensión arterial: la hipertensión arterial también daña el riñón, por ello, el objetivo debe ser cifras inferiores a 140/90 mmHg o menores, siempre siguiendo la recomendación personalizada de nuestro médico.

 

  • Control de cifras de lípidos: por todos conocido, el “colesterol malo” o colesterol LDL conviene que esté lo más bajo posible o al menos por debajo de 70 mg/dl; además controlar el resto de componentes del perfil lipídico también es recomendable.

 

  • Control del peso: el sobrepeso y la obesidad empeoran el control glucémico y de las cifras tensionales y per se, empeoran también la función del riñón. EL objetivo debe ser que nuestro peso esté dentro del rango de “normopeso”, lo que significa que el Índice de Masa Corporal (IMC) esté por debajo de 25 kg/m².

 

  • Evitar tóxicos: ni el alcohol, ni el tabaco ni otras drogas son buenas compañeras del riñón (ni del resto de órganos del cuerpo). Recordar que fumar mata y por ello, la medida más costo-efectiva y lo más valioso que podemos aportarnos a nosotros mismos es dejar de fumar.

 

¿Cómo podemos hacer todo esto?

Esto se traduce brevemente en que es realmente importante llevar un estilo de vida saludable que incluya una pauta de alimentación, ejercicio físico y otras medidas que en definitiva nos ayudarán a preservar la salud de nuestros riñones y de nuestro organismo.

A su vez, disponemos de fármacos nefroprotectores (antihipertensivos y antihiperglucemiantes diferentes) que nos van a ayudar en esta tarea de protección de los riñones, además de evitar otras complicaciones y controlar la diabetes. Pero, el tratamiento debe ser una combinación: tratamiento no farmacológico y tratamiento farmacológico.

No olvidéis que cada uno de nosotros somos los actores principales de nuestra salud y vida. Nuestra salud es nuestra.

Si aportamos cada uno lo nuestro, conviviremos con la diabetes y pondremos freno a esta y otras complicaciones que son las que deterioran nuestra calidad de vida.

No esperes a mañana. ¡Empieza hoy mismo! Nosotros te acompañamos en tu camino.

 

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